La inteligencia emocional en la escuela

noviembre 13, 2011  


Los métodos de educación escolar han evolucionado; hoy en día los niños no son simples receptores de conocimientos y tienen mayor participación en su aprendizaje. La escuela es uno de los medios más influyentes en el cual los alumnos pasa varias horas de su vida aprendiendo e interactuando con distintas personas.

Es por ello que el nuevo siglo exigirá además, una educación que enseñe a sus alumnos a ser emocionalmente inteligentes, brindándoles habilidades y estrategias emocionales básicas para que puedan protegerse de posibles situaciones negativas y de factores de riesgo.

Los expertos en inteligencia emocional argumentan que la “escolarización emocional” es muy importante para lograr la modulación de los sentimientos de los niños en su etapa escolar.

Generalmente esta cuestión es abordada por un psicopedagogo o tutor quien se encarga de conocer, identificar y clasificar los estados de ánimo, los sentimientos y frustraciones de los pequeños, tanto para prevenir conflictos interpersonales como también para mejor la calidad de vida escolar.

Es importante que los niños aprendan a tolerar las frustraciones diarias para que puedan ser emocionalmente más estables; para ello, además de la influencia familiar es necesario el apoyo en el ámbito escolar.

Los maestros, como cualquier persona que trabaja en el medio educativo debería ser un ejemplo en el área emocional para los alumnos: afrontar los conflictos de manera serena, reflexiva y actuando de forma justa, será un buen modelo de conducta a seguir para ellos. El tutor deberá además comunicar distintos modos de enfrentamiento emocional para mejorar la interacción que los alumnos tienen entre sí.

Impartir valores, establecer objetivos personales y brindarles orientación respecto a la toma de decisiones y responsabilidades personales, serán las bases para que los niños adquieran las herramientas necesarias para mejorar su rendimiento escolar y desarrollen a la vez, su inteligencia emocional.

Analizar los problemas cotidianos y las situaciones conflictivas que generan tensión, es el punto de partida para comenzar con la escolarización de las emociones. El establecimiento debería brindar un clima emocional positivo, de apoyo y contención para aumentar la autoconfianza de sus alumnos.

La responsabilidad y el trabajo en conjunto entre padres, docentes y tutores servirá para que nuestros niños desarrollen desde pequeños su inteligencia emocional, con el objetivo de formar futuros adultos mejor provistos de capacidades para que lleven a cabo actuaciones emocionalmente más estables.

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