La anorexia infantil: tratamiento y conducta
enero 15, 2012
El tratamiento para niños que padecen de anorexia estará supeditado a la indicación y continuo seguimiento de un especialista en anorexia infantil como también por la reeducación de los hábitos alimentarios.
En caso de graves trastornos o comportamientos extremos que ponen en peligro la vida del pequeño, habrá que recurrir a la atención de un grupo de profesionales con una participación más intensiva e inclusive pensar en una pronta hospitalización si se observaran disfunciones severas psicológicas o de conducta.
Se ha demostrado que en la actualidad, el tratamiento más efectivo y duradero es combinar la psicoterapia con la atención médica nutricionista. Dicho tratamiento será de carácter individual y dependerá del tipo de desorden de la conducta alimentaria y problemas o necesidades de cada paciente.
El tratamiento muchas veces puede convertirse en una larga batalla. En algunos casos, a pesar de los grandes esfuerzos de los padres, no suelen resultar exitosos ya que puede que estemos en presencia de pacientes que son crónicos sintomáticos. Es por esta razón que la prevención y la pronta detección ayudará a prevenir futuras complicaciones.
La mejor herramienta es la información: conocer al enemigo es una gran ventaja para poder combatirlo. La escasa información muchas veces lleva a comportamientos erróneos respecto a la comida, el cuerpo y las dietas. Como padres debemos desterrar la idea de que la felicidad radica en un peso o una talla determinada e incentivar a nuestros niños a fomentar otros valores más profundos.
La anorexia siempre fue asociada con un trastorno que se produce en la adolescencia o la juventud. Lamentablemente, en la actualidad, esta patología ha comenzado a atacar a niños de menor edad: alrededor de un 10% de los que la padecen, tienen menos de 10 años.
Este mal puede comenzar en cualquier etapa de la infancia, en especial durante la escolaridad y en niños con familiares que presentan también problemas de peso (anorexia u obesidad). A su vez, se ha observado la presencia de este trastorno en pequeños cuyos padres son muy exigentes y perfeccionistas, y que trasladan la imagen de “niño perfecto”, inclusive en su físico y apariencia.