La importancia de contar cuentos a los niños

julio 1, 2014  


Podemos afirmar que tanto los cuentos, las fábulas, las leyendas como también los relatos personales pueden transportarnos a situaciones y lugares totalmente imaginarias. Aquí es donde la función de educar a nuestros pequeños se hace más fácil y alentadora; compartir con ellos un maravilloso mundo de fantasías es un recurso muy útil en el aprendizaje de nuestros hijos.

Desarrollar la imaginación de los niños es la tarea principal  para educarlos en el pensamiento. Contar cuentos significa tener en nuestras manos un maravilloso poder  para fomentar y estimular la imaginación creativa. Los relatos y las leyendas infantiles enriquecen positivamente la vida interior de los pequeños, dado que los niños y los cuentos se encuentran en un mismo plano, en un mismo nivel emocional y están psicológicamente relacionados. En Internet hay innumerables fuentes donde encontrar interesantes cuentos.

Además, al contar un cuento, se estimula la relación entre el niño y el adulto, poniendo cientos de piezas en funcionamiento: un mecanismo precioso de conexión entre el que cuenta y el que escucha, creando un mundo lleno de imágenes e ilusiones.

Los más pequeños requerirán que los cuentos sean adaptados a su edad, que los relatos sean sencillos y las explicaciones fáciles de comprender, con un lenguaje simple y claro. De esta forma ayudaremos en su comprensión, evitando producir en ellos, cansancio o aburrimiento.

Se pueden utilizar como recursos de atención e interés, algunas pausas, diversas entonaciones, y hasta gesticulaciones si se diera el caso, resultando muy atractivas para los niños. Transmitir emoción y entusiasmo incentivará aún más su imaginación. A su vez, despertará mayor interés en el pequeño si la historia es previamente conocida por el adulto o es una creación propia, más que si es un cuento simplemente leído.

Este mundo mágico creado a través de los cuentos enriquece la vida de los niños, estimula la creatividad  y ayuda en forma positiva al desarrollo intelectual. A su vez, colabora en el reconocimiento de las propias emociones, a conectarse con sus problemas y a tratar de resolverlos con menores dificultades.

Entonces…  ¡A animarse y a poner en marcha todas esas historias fantásticas, que  pueden ser reales o propias, reformuladas y contadas  siempre respetando la edad del “pequeño escucha”.

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